Yeguas putas...

De chiquita quería ser un superhéroe. Quería ser Cheetara, She-Ra, la gemela fantástica no (un bodrio convertirse en cubeta de agua), pero por sobre todas las cosas quería ser la prima de Superman . Quería volar, tener una visión de rayos X, ser atlética y brava luchadora, y estudiar en un colegio yankee asi re pupilo con locker personal...y dormitorio compartido con amigas... quería tener algún sexto sentido extraordinario, ¡telekinesis!

Bueno parece que los años no vienen solos: a estas alturas me importa un pito luchar contra el crimen, y volar que vuelen las moscas. Lo que sí desearía profundamente (desear profundamente: cerrar los ojitos, apretar los puños y repetir por-favor-por-favor-por-favor) es tener el poder de emanar chorros incontenibles de Ra-id desde la palma de mis manos. Porque hay que ver el tupé que tienen esas alimañas inmundas de aparecerse en los lugares más privados. Y no sólo eso, que puta costumbre de apersonarse cuando una está completamente desnuda, sin una puerca ojota para usar como escudo. No me quiero poner escatológica, pero que esos dátiles con patas compartan el mismo espacio aéreo que mis genitales, sin que medie nigún tipo de barrera, a mi me saca de quicio y me sube un escalofrío que se me erizan los pelitos de la nuca, aunque conservemos una distancia mayor a un metro.

Como ayer, cuando entré al baño a ducharme, la muy puta me clavó la mirada desde la jabonera. Y movía las antenitas en círculos, y amagaba con moverse pero no, y aiiishhh, ya a esa altura mis músculos se habían contraido de la náusea y me había encorvado instintivamente como mecanismo de defensa a mi zona genital (lo juro). Tuve que tomar una decisión crucial: perderla de vista durante unos segundos para conseguir un arma, contundente (para estrolarla) y larga (para que no me toque, que no me toque). Porque si te descuidas y se te va y no sabés dónde se metió ¿qué hacés, eh? Yo tapío el baño y me voy a dormir al comedor, en la otra punta de la casa, está claro. Manotié la ojota y volví y ahí seguía, la asquerosa. Y SRRRAAAAAA, le di de coté con mi simil havaiana y cayó convulsionando a la bañera. La rematé:
¡Morite!

¡Morite!

¡Morite!¡Morite!¡Morite!
¡Morite, hija de puta!

¡Hija de mil putas! ¡Tomá!

Qué fiereza. Mirá si no me merezco el poder lanzador de Ra-id desde mis palmas. SuperGi contras las inmundas: y soñá que esas yeguas van a sobrevivir a la raza humana.

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